En el artículo anterior habréis visto que las diapositivas son todas de barcos, concretamente están tomadas todas en el Maremagnum de Barcelona. Para explicar este hecho, quizás sea el momento adecuado para explicar, también, cómo empezó toda esta historia.
Fui marino mercante, ejerciendo esta profesión durante más de veinte años, tanto a bordo de barcos como en tierra, para pasar posteriormente a trabajar dentro de una multinacional española a realizar labores sin ninguna relación con el mar. Sintiendo nostalgia de mi primera y auténtica profesión, empecé a recopilar a través de Internet, fotografías de los barcos en los que había navegado; ello me llevó a constatar que no había muchas fotografías de barcos de épocas anteriores a la existencia de Internet, allá por los años 70 y 80, ni anteriores. Así recuperé una antigua afición: la fotografía, que unido a mi prevista jubilación anticipada poco tiempo después, hizo que empezase a recorrer el puerto de Barcelona y el de Avilés haciendo fotografías de barcos para publicarlas en la página que creé, visualships con la idea de crear un archivo fotográfico de barcos, abierto al público en general para que en el futuro, los actuales marinos, encontrasen las fotos de sus barcos y que actualmente tiene más de diez mil fotografías y casi cuatro mil barcos; no es la más grande del mundo, pero ahí está.
No quiero divagar sobre otras cosas, así que al grano. Después de ocho años en esas labores fotográficas me encontré un día deambulando por el Maremagnum, que para el que no lo conozca, su entrada es una especie de porche, cuyo frente y techo en forma curva, está formado por infinidad de espejos, en donde todos los turistas se hacen la típica foto “diferente” y que mira al mar y al World Trade Center. En este último edificio había un barco, el Seabourn Legend y empecé a buscar su reflejo en el techo del Maremagnum, (cuando el diablo no tiene nada que hacer, con el rabo mata moscas), lo encontré y le hice varias fotos. De vuelta a casa y una vez descargadas en el PC, me sorprendí gratamente al verlas, por lo que empecé a ir más a menudo por el Maremagnum y menos por el resto del puerto y fui tomando las otras fotos de barcos que habéis visto.
Fui marino mercante, ejerciendo esta profesión durante más de veinte años, tanto a bordo de barcos como en tierra, para pasar posteriormente a trabajar dentro de una multinacional española a realizar labores sin ninguna relación con el mar. Sintiendo nostalgia de mi primera y auténtica profesión, empecé a recopilar a través de Internet, fotografías de los barcos en los que había navegado; ello me llevó a constatar que no había muchas fotografías de barcos de épocas anteriores a la existencia de Internet, allá por los años 70 y 80, ni anteriores. Así recuperé una antigua afición: la fotografía, que unido a mi prevista jubilación anticipada poco tiempo después, hizo que empezase a recorrer el puerto de Barcelona y el de Avilés haciendo fotografías de barcos para publicarlas en la página que creé, visualships con la idea de crear un archivo fotográfico de barcos, abierto al público en general para que en el futuro, los actuales marinos, encontrasen las fotos de sus barcos y que actualmente tiene más de diez mil fotografías y casi cuatro mil barcos; no es la más grande del mundo, pero ahí está.
No quiero divagar sobre otras cosas, así que al grano. Después de ocho años en esas labores fotográficas me encontré un día deambulando por el Maremagnum, que para el que no lo conozca, su entrada es una especie de porche, cuyo frente y techo en forma curva, está formado por infinidad de espejos, en donde todos los turistas se hacen la típica foto “diferente” y que mira al mar y al World Trade Center. En este último edificio había un barco, el Seabourn Legend y empecé a buscar su reflejo en el techo del Maremagnum, (cuando el diablo no tiene nada que hacer, con el rabo mata moscas), lo encontré y le hice varias fotos. De vuelta a casa y una vez descargadas en el PC, me sorprendí gratamente al verlas, por lo que empecé a ir más a menudo por el Maremagnum y menos por el resto del puerto y fui tomando las otras fotos de barcos que habéis visto.
En ese punto, la idea del Fotocubismo Original ya había tomado cuerpo, ya había nacido y me planteé buscarlo en otros parajes. Un día me fui a los pies del Hotel Vela (¿se llama así?), al lado del mar, cómo no, y parte destacada del Skyline de Barcelona, que no conocía, tratando de que me hiciese de “espejo” y realmente no fue un resultado muy positivo, ya que los barcos estaban muy lejos y la luz me dio la impresión de que no me acompañaba demasiado. En esa etapa ya me preocupaba la luz y no sabía dónde debería estar el sol para sacar el mejor rendimiento en este tipo de fotos, pero esta es otra historia de la que ya hablaremos. En definitiva, en este lugar solo pude hacer fotos de las nubes reflejadas, con un pequeño aire cubista y pocas fotos más; son las otras tres fotos del artículo anterior. La última no era muy cubista, solo un poco, pero los cristales hacían una distorsión que me gustó y decidí ampliar la búsqueda de material relativo al Fotocubismo Original con un toque surrealista.
De todo esto salió el susodicho artículo anterior, titulado Fotocubismo Original.
Y llegó Diciembre y me lo encontré, casi sin darme cuenta, con las Navidades ya puestas. Y sin saber cómo, me encontré de golpe y porrazo de vacaciones en Avilés, alejado de mis quehaceres habituales y con mucho tiempo para pasear por el casco histórico más grande (?) de Asturias. También hice un descubrimiento y es que en mitad, literalmente, de la antigua plaza (mercado) del pescado habían construido una escultura arquitectónica o una arquitectura escultórica, que no sé muy bien lo que es eso y que la sabiduría popular le ha puesto el nombre de “la grapa” por su forma. Sé que sirve para salvar las dos vías de tren que pasan por allí al lado, pero al menos, podría salvar también la ría para llegar al Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer, de próxima apertura; supongo que esto será lo previsto. Y allí me subí yo en el soleado mediodía del 26 de Diciembre, y ¡¡oh maravilla!!, que maravillosas ventanas, parecían pintadas, pero eran el reflejo de los edificios de enfrente y empecé a hacer fotos:
Hice muchísimas, ese día y otros más, porque, curiosamente, observé que enfocando una sola ventana puedes hacer miles de fotos diferentes con un pequeñísimo movimiento lateral de la cámara.
Puedes ver esta muestra con más detalle aquí.
Esto es todo por hoy.
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